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Un año con la Nintendo Switch

Hace exactamente un año recibí una Nintendo Switch como regalo de cumpleaños, desde entonces he vuelto a reconectar conmigo mismo, vivir y revivir experiencias memorables, y en este post trazaré este recorridoLlevaba varios años desconectado del mundo de los videojuegos, de pequeño la saga Pokémon ocupó un lugar preferente, pero al llegar la adolescencia llegaron otras cosas y Pokémon volvió a su Pokéball. Mucho más tarde, cuando estaba entre los 20 y los 30, en un día de verano sentí como ganas de volver a jugar con los monstruos de bolsillo (Pocket Monster) y ahí se volvió a abrir una puerta que llevaba cerrada mucho tiempo. Jugué a todas las generaciones que me faltaban y cuando casi me puse al día, se supo que la siguiente generación iba a salir para Nintendo Switch, consola que no poseía y que tampoco me había llamado mucho la atención hasta ese momento, y allí se abrió otra puerta que no tenía precedentes. Tras semanas buscando información, metiéndome en el mundillo e ilusionándome, mi Fa me regaló para mi cumple la consola y adquirí entonces mi primer juego para la Switch: The Legend of Zelda: Breath of the wild. Esto fue meses antes del lanzamiento de Pokémon Espada y Escudo, pero la ilusión fue tal que no pude esperar.

Link durante una de las primeras cinemáticas

Breath of the wild ha sido mi primer Zelda, sentí curiosidad y acerté; ha habido ratos en los que llegué a pensar que es el mejor juego de la historia. Jugué a este título hasta la saciedad, hasta el punto de no querer verlo ni en pintura y luego volver a enamorarme locamente pasados unos meses. Y esto es precisamente lo que tarde en pasarme el juego, meses o mejor dicho casi un año, pero es lo que suele pasar cuando eres un jugador complecionista y que juegas a varios títulos a la vez. Luego, en ese proceso de ilusión que mencioné en el párrafo anterior me topé con un juego que a priori no significaba nada para mi, ni nunca había oído hablar de él, pero que su portada me enamoró, una portada sencilla pero que tenía algo mágico: un chico y una chica en medio de un campo verde frente a una criatura colosal (o mejor dicho titánica) y un inmenso árbol detrás, todo bañado con un cielo azul. Esto era, la portada perfecta para enganchar a alguien que no conocía para nada esa saga, despertar el interés y luego mantenerlo, ya que la obra es de las mejores que he probado; estoy hablando de Xenoblade Chronicles 2. Es difícil realizar afirmaciones contundentes de este calibre, puesto que puedes caer en el error y a la vez en el olvido, por eso diré, que Xenoblade Chronicles 2 es de los mejores títulos que he podido jugar, la trama es compleja y emotiva, una historia bien contada que se sostiene muy bien; una jugabilidad de diez, compleja pero emocionante, y posiblemente unos de los títulos más largos que existen hoy en día en Nintendo Switch. Hace pocas semanas he logrado finalizar el juego (nuevamente tras muchos meses), nunca me había emocionado tanto con una obra de arte, mientras los títulos de crédito marcaban el final, no podía evitar derramar alguna que otra lágrima.

Poppi Alpha de Xenoblade Chronicles 2
Las cinemáticas de Xenoblade Chronicles 2 son sencillamente memorables

Otro título que me marcó, no tanto como al anterior pero merecedor de una mención especial es Octopath Traveler, desarrollado por Square Enix, una de las compañías de más renombre del sector, focalizada en RPG de gran calidad, la responsable de las franquicias Final FantasyDragon Quest o Kingdom Hearts entre otros. Octopath es un título atípico, destinado a los grandes amantes de los RPG de principios de los 90, concretamente a la generación de la SNES (Super Nintendo Entertainment System); este no fue mi caso pero lo estoy disfrutando igual. El juego posee unos gráficos en 16 bit pero con elementos en HD, Square Enix denomina esto 2D-HD, y tengo que admitir que es todo un acierto; imagínate a los sprites de los personajes en 16 bit, en mitad de un oasis, donde se puede apreciar la textura de la arena, el agua, la calima, todo esto con el añadido de los efectos sonoros; es una estética digna de disfrute, un placer visual. Y del visual pasamos al disfrute musical, la banda sonora es sencillamente preciosa, temas memorables que hacen de la experiencia de jugar a Octopath Traveler todo un placer. ¿Cómo conocí este título? Fue en enero del 2019, en tren volviendo a Madrid. Un chico se había sentado a mi lado y tenía la Switch en sus manos, jugaba a un título curioso con una estética que me recordó al Final Fantasy VI de la SNES precisamente; le pregunté que si era un Final Fantasy y me dijo que era Octopath Traveler, y desde ese momento tenía fichado el juego.

La belleza de Octopath Traveler
El contraste entre el 16 bit y el HD (ver textura del agua)
El fuego y el agua, aciertos gráficos

Llegaron otros títulos, Mario Kart 8 es un juego que hemos disfrutado mucho en casa, pero apenas he jugado en solitario; los juegos donde no hay un «progreso», juegos digamos que «infinitos» no me atraen del todo (como los juegos de lucha o carrera en general); pero siempre que recibimos visita en casa o jugamos Fa y yo, la diversión está asegurada, para eso están estos títulos, para disfrutarlos en compañía. En un arrebato de nostalgia, nos pillamos el Crash Bandicoot N.Sane Trilogy, un recopilatorio de las tres primeras entregas de la saga en Playstation 1; pero los juegos de plataformas nos cansan mucho… llevamos meses sin tocarlo. En otro arrebato de nostalgia pero esta vez acertado, ha sido comenzar a jugar al Final Fantasy IX, obra que tuve el placer de jugar en mi niñez en la PS1; debería de tener unos 10 u 11 años cuando adquirí este juego de manera pirata en el Souk Gourna de Tétouan, el fallo es que sólo compré el primer disco de cuatro, y mi aventura se limitó a la cuarta parte del título, pero aún así lo disfruté. Diecisiete años después, he vuelto al FFIX en la Nintendo Switch, enamorándome del juego otra vez. Creo que es el título más tierno que conozco, de esos que te llegan al corazón, de esos que te enamoran con su historia y sus personajes.

La inocencia y la ternura, protagonistas de Final Fantasy IX
… ¡y el humor también!

Luego llegó Pokémon Espada, el motivo por el que adquirí la consola. El hype fue tremendo en las semanas anteriores, me hizo mucha ilusión volver a estar al día. Luego el juego me decepcionó un poco por la baja dificultad, un juego que te puedes pasar con los ojos cerrados, un juego que no supone ningún reto. El único reto es el mundo competitivo, donde compites (valga la redundancia) con gente de todo el mundo, pero que allí el nivel de dificultad es extremo, y el juego se convierte en algo frustrante; me gusta que la dificultad resida en la trama, en el desarrollo de la historia. Dentro de un mes saldrá el DLC, y creo que ni me molestaré en adquirirlo; esperaré a ver las opiniones de otros jugadores para ver si lanzarme o no.

El poner un público en las batallas de gimnasio ha sido todo un acierto, ¡emocionante!
Veinte años jugando a Pokémon, y por fin lo logré 😛

Este ha sido mi primer año con la Switch, con el redescubrimiento de una vieja afición y el descubrimiento de nuevos títulos (desconocidos en un principio, pero que han venido para quedarse). Son muchas horas de diversión que me han llevado a plantearme ciertas preguntas: ¿se puede considerar los videojuegos una obra arte? ¿al nivel del cine, la pintura, la música o la fotografía? ¿es una pérdida de tiempo jugar a un videojuego? ¿está mejor aprovechado el tiempo dedicado a la lectura en lugar de jugar? Después de pensar mucho en el tema, creo haber hallado la respuesta, quizás éste sea motivo para otro post. Sólo puedo decir que, el placer, la diversión y la emoción que he sentido jugando a ciertos títulos están la altura de lo sentido mientras disfruto de una buena película o canción. Si hay algo que he aprendido en este último año, es que los videojuegos no tienen nada que envidiarle al cine, la literatura o la escultura.

 

Sesión de fotos con Mª Pilar García de Estimúsica

A principios de este frío mes de febrero, tuve el placer de hacer una sesión de fotos a Mª Pilar García. Es la creadora de Estimúsica, un programa diseñado para cubrir las necesidades musicales de las Escuelas Infantiles y toda su comunidad (familia y docentes), cubriendo tanto las etapas de 0 a 3 años, como la de 3 a 6 años.

Mª Pilar me contactó con el deseo de tener unas fotos propias profesionales, que en ciertos momentos como charlas y eventos del estilo, echaba de menos tener estas imágenes. Enseguida cerramos una sesión de fotos y luego llegó el gran día.

La sesión la realizamos en Coconut Estudio. Fue una hora muy amena, donde nos dio tiempo a sacar fotografías muy variopintas, con tres cambios de ropa, dos fondos (el de las hojas fue elección de Mª Pilar, ¡una decisión muy acertada!) y muchos planos diferentes.

El resultado: unas fotos que nos han gustado a todos, y… ¡un bonito recuerdo!

La gran escuela que fue Trance Airways

Antes solía ser un bloggero mucho más activo, con casi un post cada semana y escribía un poco de todo; me gustaba mucho y lo disfrutada. Llegó un momento en el que dejé de escribir (no recuerdo exactamente porque ni cuando), pero ahora quiero volver a retomar esta sana rutina; y lo quiero hacer recordando a Trance Airways.

Os preguntaréis, ¿qué es Trance Airways? Fue un proyecto de revista online/blog (llámalo como quieras) sobre música trance en castellano, que tenía una labor divulgativa y periodística, ofreciendo a todos los lectores (que no eran pocos) las últimas novedades de la escena trance internacional, con un especial foco al panorama español. Otra cosa que hacía era cubrir a nivel fotográfico y periodístico los principales eventos de música electrónica en Madrid; donde al final de cada noche, volvía a casa con la cámara llena de fotos y muchas ideas por plasmar en escrito.

Infected Mushroom

Digo que fue una gran escuela porque al frente de Trance Airways estaba sólo, y eso significaba encargarme de todo, esto hace que adquieras ciertas habilidades que antes no tenías. Disfrutaba mucho realizando todas las creatividades, investigando sobre las últimas novedades del sector, haciendo comunidad en las redes sociales, redactando y mejorando mi síntesis escrita, ser un ninja a la hora de fotografiar a los artistas sin molestarles, etc.

He compartido escenario con muchos de mis artistas preferidos como Infected Mushroom, Armin van Buuren, Paul van Dyk, Markus Schulz entre muchos otros. Y esto ha sido lo mejor de todo; poder estar a escasos metros de aquellos que su música me hizo volar en más de una ocasión, no tiene precio. Mi amigo Raúl me acompañaba muy a menudo a estos eventos, y lo pasábamos en grande; muchas veces nos entraba ganas de dejar las cámaras e ir a bailar, pero no hay que olvidar el motivo por el que estábamos allí (aunque al final íbamos a bailar). Y todo esto, inevitablemente te llevaba a tener tu grupo de «tranceros», amantes del trance con los que coincidías cada noche.

También establecía contacto con DJ’s nacionales, donde les ofrecía un pequeño espacio en mi web y publicitaba sus radioshow’s. A veces te contactaban los DJ’s invitados en persona (o su representante) para pedirte las fotos en las que salían, y entonces al día siguiente aparecía tu fotografía en la web de Infected Mushroom con su correspondiente mención, y esto era para mi, un verdadero motivo de orgullo.

Muchas veces me pregunto, ¿qué hubiera sido de Trance Airways si hubiera continuado con mi labor? ¿habría llegado a ser una web de referencia internacional? ¿habría ampliado sus funciones más allá de la periodística? ¿habría llegado a consolidar un equipo? La verdad es que no lo sé, en el fondo tengo una espinita clavada, en su momento no podía seguir con el proyecto por diversos motivos y mi inexperiencia de aquel entonces no me llevó a delegar funciones y crear un equipo. Porque sí, Trance Airways me encantaba, pero no quita que, llevar todo el proyecto sólo era una carga enorme de trabajo y que a parte de esta web tenía otras cosas que hacer.

Jochen Miller

Hubo dos o tres intentos desde entonces para volver a lanzar el proyecto, pero al no lograr consolidar un equipo y ante la negativa de volver a cometer los mismos errores, no ha podido ser. Me gustaría volver a lanzar Trance Airways en un futuro, ahora mismo me es imposible ya que me encuentro haciendo muchas cosas a la vez y no podría dedicarle el tiempo que se merece, pero más adelante sí y con otras perspectivas quizás. Lo que sí está claro es que Trance Airways me aportó mucho, fueron dos años intensos pero muy bonitos, donde mi música preferida era mi principal ocupación; he podido conocer en persona a mis artistas favoritos, ser «un pequeño empresario autónomo» haciendo mis tarjetas de visita, mis camisetas corporativas y hablando con otros empresarios del sector, etc. Me encanta Trance Airways, es algo que nunca he dado por cerrado, y lo que está más claro aún, es que ha sido una gran escuela.

Para el que no sepa lo que es la música trance. La música se aprecia cuando se escucha desde el principio hasta el final. ¡Que disfrutes!

Algunas fotos con artistas

“Blade Runner 2049” (2017) de Denis Villeneuve

Publicada primero en El Cine en la Sombra.

Cartel Blade Runner 2049

Treinta y cinco años tienen que pasar para que vuelva a las pantallas la magia de Blade Runner, film que cautivó a varias generaciones y que se espera lo mismo de su secuela; treinta años distan entre los días de los Nexus 6 y de K (o Joe para los amigos). En esta ocasión, el canadiense Denis Villeneuve toma las riendas e intenta seguir el camino que tomó Ridley Scott allá por el año 1982. Blade Runner 2049 es puro espectáculo, pura dinamita; un film para ser visto en un gran cine y con un buen equipo de sonido. Los nostálgicos de la precuela encontrarán su confort ya que con la lograda dirección de arte y fotografía, el espectador es un habitante más de la lúgubre Los Angeles del año 2049.

Hay un hecho que es inevitable y que constantemente genera la misma reacción. Siempre que llega una secuela tras muchos años (incluso décadas) el público que la recibe se encuentra dividido; la mayoría ahogados en la nostalgia casi siempre salen decepcionados ya que esperaban de la nueva entrega algo mejor, incluso si el film es brillante. Esto pasa ya que la continuación de la historia original no llega a tener el mismo impacto que la anterior – en la historia del cine encontramos muchos ejemplos, como Star Wars, El Padrino, El Hobbit (con las precuelas pasa lo mismo), etc. – porque no es “lo nuevo”. Esto genera una disyuntiva entre los realizadores: si la secuela es muy parecida a la anterior, no impresiona y aburre, y si es demasiado diferente el espectador se pierde y se encuentra con algo que no esperaba; esto obliga a los autores del film a encontrar el término medio, y no siempre es fácil.

Después de todo esto, he de decir que la cinta de Villeneuve se acerca mucho al punto medio, incluso puedo afirmar que alcanza tal cima. La atmósfera neo-noir y cyberpunk de Los Angeles del año 2019 es casi la misma que la del 2049: esa luz negra, esos neones, esa lluvia constante, ese humo casi masticable, esos coches voladores, esa sutil línea entre un replicante y un ser humano, una megaempresa y una sección especial de la policía (LAPD) dedicada a la extinción de dichos replicantes, los Blade Runner. El relevo generacional pasa de Rick Deckard (Harrison Ford) a K (Ryan Gosling); el segundo tan brillante como Ford.

En Blade Runner 2049 se lleva todo a otro nivel, ese mundo es más moderno y más decadente. Vemos ciertos elementos que nos recuerdan a nuestra realidad y que nos pueden dar hasta miedo; me refiero a la soledad de las personas y al sitio que ocupan las máquinas en nuestras vidas ¿os suena? Escribiendo esto me viene a la mente Her (2013) de Spike Jonze. Pero nada anda más alejado de nuestro mundo actual, las relaciones humanas dejan paso a supuestas máquinas que están fabricadas con el propósito de acercarnos más, ridícula paradoja.

Blade Runner 2049

Al igual que en la primera entrega vemos el lado más humano de la máquina: por muy “perfecta” que sea, aunque esté confeccionada para obedecer, siempre le queda esa “semilla”. Puedo afirmar que el tema principal de este film (no es ningún spoiler) es la búsqueda de uno mismo, la soledad, la obediencia, la decadencia, la supervivencia, la máquina y el secreto. Aquellas palabras que hemos escuchado en Blade Runner (la de 1982) quedarán grabadas en nuestra memoria para siempre: “He visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”, y en este film de Villeneuve también escucharemos otras parecidas, en un momento inesperado.

Creo que pocas películas tienen un emplazamiento de producto (product placement) tan logrado como Blade Runner (ambas), ¿qué sería de este film sin esos carteles animados gigantescos? Marcas presentes en nuestra vida cotidiana encuentran su lugar en las cintas de Scott y Villeneuve, y no sólo eso, sino que potencian esa estética tan peculiar.

Hay un elemento muy interesante en la promoción de esta película, es el lanzamiento de tres cortometrajes que cuentan momentos clave entre la historia del primer film y el segundo, es decir, sucesos importantes que han tenido lugar entre 2019 y 2049. El primero de ellos transcurre en el año 2022 y es un corto de animación dirigido por Shinichiro Watanabe (Cowbow Bebop), y los otros dos en 2036 y 2048, ambos dirigidos por Luke Scott, hijo de Ridley Scott; estos tres mantienen la estética original del film, y merecen ser vistos. La pregunta es, ¿puedo visionar y entender Blade Runner 2049 sin haber visto estos cortos? la respuesta es, claro que sí, pero no está de más disfrutarlos, los tres están disponibles de forma legal en Youtube, de la mano de la distribuidora del film (los podéis encontrar al final de esta crítica).

Blade Runner 2049

El punto fuerte de esta película es la fotografía, y no es de extrañar ya que el cinematógrafo es el legendario Roger Deakins, además el tándem Villeneuve-Deakins funciona como un reloj suizo, han trabajado en el pasado en obras como Sicario (2015) o Prisioneros (2013). El concepto de la fotografía es espectáculo con ese toque Deakins: encuadres y luz muy cuidada. El sonido es otro elemento que está en el podio, te introduce en el film y se vale de la banda sonora, que aunque no llega al nivel de la composición original de Vangelis, sigue siendo una obra maestra.

En conclusión, cuando vayas a ver el film no te esperes nada, elimina de tu mente todo lo que acabas de leer y simplemente disfruta del show; busca la mejor sala (cuanto más grande mejor) de tu ciudad, siéntate en una butaca y admira esta obra de arte. Olvídate de la anterior película de 1982 y céntrate en Blade Runner 2049, seguramente volverás al cine para verla una segunda vez.

 

Viaje introspectivo a través del dolor.

Crítica cinematográfica del film documental “Alberto García-Alix. La línea de sombra” (2017) de Nicolás Combarro. Publicada primero en El Cine en la Sombra.

Alberto García-Alix. La línea de sombra. Nicolás Combarro.

“La línea de sombra” es el documental hecho obra de arte, documental que se beneficia de toda la artillería de la narrativa del cine de ficción; es un recorrido por la vida del reconocido fotógrafo español Alberto García-Alix. En primera persona, este nos cuenta desde cómo comenzó su interés por la fotografía hasta el presente, pasando por amores fugaces, fiestas, pérdidas de seres cercanos, épocas oscuras y épocas de prosperidad; un camino con más sombras que luces pero que nos muestra a un García-Alix fuerte y tenaz. Dirigido con maestría por el novel Nicolás Combarro, “La línea de sombra” es una viaje introspectivo a través del dolor (con algunos retazos de luz), donde al igual que sus fotografías, este documental es un paseo a través de la vida del fotógrafo español.

Esta obra bien puede ser considerada documental o video arte; la narración no se da de forma lineal, si no que vemos por un lado un encuentro cara a cara con Alix y por otro, le vemos en mitad de sesiones fotográficas en sitios tan remotos como Valparaíso. El cara a cara con Alix es duro, tanto como su voz o como el blanco y negro de sus fotografías; de su boca sale dolor, aún cuando evoca recuerdos agradables, estos yacen bajo la sombra de las drogas y una vida llevada al límite. “La línea de sombra” es también la voz de una generación, una generación que comenzó a germinar pocos años antes de la movida madrileña y que explosionó con la llegada de esta, una generación fiel a sus fuertes raíces que resiste el peso de las décadas.

Vemos a un Alix sincero, un Alix desnudo, un Alix herido. La fotografía se nos presenta como medio para atrapar el presente y conservarlo para la posteridad, como si fuera una cicatriz o un tatuaje. Alix nos mira a los ojos y nos cuenta que existen situaciones que son imposibles de fotografiar, pero que permanecen en la memoria con más fuerza que una fotografía. Todos tenemos limitaciones, y este es el suyo como fotógrafo.

García-Alix, tal y como se ha mencionado anteriormente, es un hombre fiel a sus raíces. Desde que comenzó su carrera hasta hoy en día sigue usando sus viejas cámaras analógicas, y tenemos ocasión de ver en este documental su método de trabajo. Cuando está con la cámara es un hombre que sabe lo que quiere, no descansa hasta alcanzar el resultado que desea. Pero también vemos fotos desenfocadas, movidas y mal compuestas, pero precisamente estás son las que mejor reflejan el estado de ánimo de este artista en el momento de tomar esa foto. Abundan los autorretratos, cada uno tan diferente del otro, por ejemplo: compartiendo una noche italiana con dos travestis, un paseo en moto, un Alix lleno de heridas tras una pelea con un grupo fascista o la fotografía de un preservativo usado. Todas estas imágenes están impregnadas de recuerdos y esto confirma el hecho de que la fotografía es el mejor medio para atrapar el presente y convertirlo en reminiscencia, Alberto García-Alix lo corrobora.

Alberto García-Alix. La línea de sombra. Nicolás Combarro.

Al principio de esta crítica se hizo alusión al buen uso de la narrativa del cine de ficción. La dirección de fotografía (Miguel Ángel Delgado) es simplemente maravillosa, no por el efecto que consigue, si no también porque se funde con el relato. Salvo una escena en un cuarto oscuro (mientras Alix revela unas fotografías) el resto del documental está en blanco y negro; un monocromo especial muy parecido al de las fotografías de García-Alix. También tenemos tomas aéreas y steady cam, técnicas más propias del cine que del documental. La mezcla de sonido (Pepe Pleguezuelos) y el montaje (Juan Ugarriza y Miguel Ángel Delgado) son otros dos aspectos a destacar.

Las motos, las chicas, las jeringuillas compartidas, las chupas de cuero, Madrid, las fiestas, los tejados de París, su vieja Leica, su cáncer en las cuerdas vocales, su hermano Willy, Curra, los apartamentos destartalados, su Hasselblad, las pensiones baratas con cuadros de caballos galopando, sus tatuajes, su tratamiento con interferon, sus largos paseos por París huyendo de los fantasmas, sus primeras pesetas ganadas gracias a la fotografía, Pekín, la movida madrileña y la ventana circular del tanatorio. Todo esto y más cabe en “La línea de sombra”.

El hombre semilla. Las mujeres al poder.

Crítica cinematográfica del film “Le semeur” (2017) de Marine Francen. Publicada primero en El Cine en la Sombra.

Cartel. Le semeur. Marine Francen

Cuando cualquier retazo de esperanza se desmorona, las medidas que hay que tomar son drásticas. Marine Francen se inicia en el mundo de la dirección cinematográfica con “Le semeur”, drama ambientado en la campiña francesa en una época donde Louis Napoleon Bonaparte se autoproclamó emperador de Francia. Todos los hombres del pueblo de Violette son llevados a la fuerza por el soberano, quedándose solas las mujeres. Éstas tras aguantar varios meses en este aislamiento siendo más que autosuficientes, sus deseos y necesidades más carnales y primarias comienzan a hacer mella, y esto les lleva a hacer una promesa colectiva muy peculiar.

“Le semeur” ópera prima de Marine Francen se estrena en el marco de “Nuev@s director@s” de la sexagésimo quinta edición del Festival de San Sebastián (2017). Francen ejerció en otras ocasiones como asistente de Michael Haneke y Olivier Assayas; y esta obra está basada en un relato corto titulado “L’homme semence” (El hombre semilla) escrita en 1919. Aunque haya dudas sobre su autoría, todos los dedos apuntan a Violette Ailhaud como autora del libro, y este es precisamente el nombre de la protagonista de nuestro film.

Tras la dura represión contra los republicanos, en este pueblo de montaña los relojes se paran; y esto da lugar para que Marine Francen nos hable de varios temas ocultos entre líneas. El que más destacaría es la autosuficiencia de las mujeres, que al estar sin hombres (recordemos que el film está ambientado en un medio rural durante la segunda mitad del siglo XIX.) el pueblo sigue su curso y la buena organización entre ellas permite que se realice la cosecha, que las actividades ganaderas continúen y que cualquier problema sea solucionado, como una fuga de agua en el granero tras una lluvia torrencial. Pero en esta sociedad matriarcal también cabe lugar la desesperación, las jóvenes doncellas en edad de casarse (y las casadas pero todavía jóvenes) comienzan a echar en falta la presencia de un hombre que satisfaga sus deseos sexuales, y en este clima de necesidad y añoranza, se hacen la promesa de que cualquier hombre que pase por el pueblo, aunque fuese sólo uno, sería compartido entre todas.

Aparece Jean y se desatan las pasiones. Violette que es la encargada de darle aposento y comida, acaba más cerca de él de lo que pensaba y aquella promesa entre chicas le lleva a nuestra protagonista a dar el paso que no quiere. También podemos constatar entre líneas otro tema que es la maduración, tras la presión que sufre Violette por parte de las otras chicas, ésta se ve obligada a sacrificarse, tomando decisiones que no quiere y negando ciertas cosas. Al final del film la Violette que vemos no es la misma que la del principio; trazándose así un arco de transformación del personaje, no es muy notorio, pero sí evidente.

Violette Ailhaud. Le semeur. Marine Francen

Otro aspecto destacable es la pasión por la lectura, bien que en todo el film los únicos que saben leer son Violette y Jean, Francen a la manera de François Truffaut, nos cita pasajes y nombres célebres de la literatura francesa, como bien pueden ser Victor Hugo o Voltaire. Para nuestros dos protagonistas la lectura es más que el simple hecho de leer, es una forma de evadirse. En “Le semeur” un tesoro y un libro están al mismo nivel, y para ello tenemos la figura del padre de Violette, aunque ausente en todo el film como lo son el resto de hombres de este pueblo de montaña. Entre líneas vemos también el alto grado de analfabetismo presente en el medio rural francés durante el siglo XIX.

A nivel técnico lo que más destaca (y de esto podemos darnos cuenta desde el primer fotograma) es la relación de aspecto, un 4/3 casi extinto en el cine actual. La fotografía es suave y algo dorada, aquellos fotogramas muestran sendos campos de trigo que nos recuerdan a algún cuadro de Van Gogh (como “Campo de trigo con segador a la salida del Sol” 1889).

El guión y el tema de la película son interesantes, pero uno se queda con la impresión de que se podía haber exprimido más estos elementos. “Le semeur” no es un film que destaque, pero tiene un potencial bastante grande, y quizás si se hubiese realizado de otra manera hubiésemos tenido una Ópera Prima del nivel de “Les 400 Coups”.

La casa del virrey, más allá de la historia

Crítica cinematográfica del film “El último virrey de la India” (2017) de Gurinder Chadha. Publicada primero en El Cine en la Sombra.

Foto de familia. El último virrey de la India.

Tenemos ante nosotros uno de esos films que no podemos borrar de nuestra mente, una de esas historias épicas contadas con maestría al estilo del cine clásico de la segunda mitad del siglo XX. Llega “El último virrey de la India” (Viceroy’s house) a nuestras salas de la mano de la británica de origen indio Gurinder Chadha, un drama con tinte histórico que deja un poco de espacio a la comedia y al buen humor. Un film con ambientación exótica, donde su contexto se desarrolla en los últimos días del imperio Británico en la India aunque la tesis del relato camina por otra parte.

En “El último virrey de la India” existe una visión particular sobre los sucesos que acompañaron la independencia de la India y la creación del estado de Pakistán en 1947. Esta cinta comienza con la cita: “La historia la escriben los vencedores”, y esto nos ayuda a entender cuál es el camino escogido por Chadha. Pero sería muy “simple” (concepto muy diferente de “sencillo”) y muy visto realizar una película que trate sobre la independencia de la India y los últimos días del imperio Británico en el Indostán. “El último virrey de la India” introduce una visión particular sobre el tema, y el punto de vista es más social que político; y no sólo es esto, sino que la directora se vale de las ventajas del lenguaje cinematográfico para sacarle más jugo a este relato, con varias tramas e historias que se desarrollan a la vez, punto fuerte de esta obra; al igual que guiños que nos recuerdan a fugaces romances silenciados por la historia. Vamos por partes.

Para cualquier persona que desconoce el contexto y las circunstancias que acompañaron la creación del estado de la India (digo “estado” porque como nación existe bien antes de la llegada de los británicos) y Pakistán, este film resulta una buena ocasión para estar al día. Pero dejando esto de lado, podemos apreciar el denominador común presente en casi todas las grandes decisiones políticas, que son los intereses económicos; las personas, sus sueños y sus lazos familiares y sentimentales quedan sepultados bajo el poder del dinero. Pero Chadha no quiere contarnos esto, porque esto es algo que todos conocemos; los que más sufren cuando importantes decisiones se toman arriba son los que están abajo, y la “Partición de la India” (o “Partición de la gente” como bien diría Gurinder) fue una decisión política que afectó a más de 15 millones de personas, fomentando el odio entre culturas hermanas y creando una de las crisis de refugiados más grande de la historia de la humanidad.

Crísis de refugiados. El último virrey de la India.

Y es aquí donde Chadha pone el foco, en el sufrimiento de la gente; lo muestra a nivel general, en el caos que se forma y los desplazamientos y separaciones que se dan lugar. Pero donde mejor lo vemos es en el amor imposible entre Jeet, un joven hindú, y Aalia una musulmana que se ve obligada a irse a Pakistán y casarse con un musulmán que ya no ama. Y este difícil romance es la carta que usa la directora para hacernos empatizar y entender el dolor que causó tal separación, que el “divide y vencerás” no siempre es la mejor solución.

A pesar de los hechos, esta no es una película que pretende desacreditar al imperio Británico – aunque sí muestra su nefasta administración en sus últimos días en la India, y se menciona que los tres siglos pasados en este país han hecho más daño que otra cosa – ni elogiar en exceso al pueblo indio (no, para esto existen otras películas), si no las consecuencias que sufren y gozan las personas cuando se toman grandes decisiones en un despacho, da igual del bando que sean.

Jeet y Aalia. El último virrey de la India.

En el plano técnico tenemos un film que no destaca en ningún aspecto en concreto. Una fotografía colorida con sabor hindú que se distingue por el uso inteligente del fotoquímico; “El último virrey de la India” ha sido rodada en película analógica (algo que cada vez vemos menos), en 35mm y a color en casi todo el relato, salvo “imágenes de archivo” que no son de archivo porque se rodaron específicamente para este film, en blanco y negro y a 16mm para dar ese look de noticiero informativo de la época. Un montaje normal y corriente, y una correcta banda sonora con sonidos nativos. A grosso modo, podemos afirmar que la parte técnica tiene un aspecto muy “académico”, sin grandes pretensiones narrativas especiales.

En definitiva, tenemos la suerte de detentar en nuestras salas un film hecho a la manera de las grandes epopeyas del cine de los 80, una perla que vemos muy de vez en cuando. Una cinta basada en hechos reales (con muchos aspectos dramatizados, por supuesto), una lección de historia y una llamada a la reflexión. “El último virrey de la India” es una apuesta acertada si uno desea ir al cine y sentirse involucrado en un gran momento de nuestra historia contemporánea, pintada con vivos colores que nos evocan a una India exótica pero a la vez cercana.

Fórmula para romper la rutina

Crítica cinematográfica del film “Asuntos de familia” (2016) de Maha Haj. Publicada primero en El Cine en la Sombra.

Llega a España un film poco usual. Una historia que se desarrolla al otro lado del Mediterráneo, concretamente entre Israel y Cisjordania. “Asuntos de
familia” (2016) llega a nuestras salas después de haber pasado por el Festival de Cannes, sección “Un certain regard» y el Seminci de Valladolid; una comedia con tono melodrámatico donde nos introduce en el universo personal de cada miembro de la familia protagonista, empatizando con cada uno de ellos, tanto que es imposible ser parcial cuando existe un conflicto familiar. “Personal Affairs” ópera prima de la israelo-palestina Maha Haj, es una obra que no profundiza en ningún tema transcendente; lo político, histórico y moral no es relevante, aunque sí se da alguna pincelada al respecto, hecho que es inevitable teniendo en cuenta la situación geográfica y política.

Podemos afirmar que el film trata sobre la ruptura de la rutina y la llegada de aire fresco. Aunque se trate de una misma familia la tenemos dividida en varios frentes: primero, los padres (los personajes Saleh y Nabila) viven una aburrida vida en Nazaret, con las misma historia y los mismos problemas día tras día; Tareq uno de los hijos, quiere seguir viviendo su vida de soltero y no desea comprometerse con nada ni nadie; Maisa, intenta una y otra vez atraer el interés y la atención de este último, aunque siempre en vano; Hisham el otro hijo, lleva una vida solitaria y fría en Suecia; Samar, la hermana de Tareq y Hisham, a punto de dar a luz, parece que es la cabeza pensante de la familia; George, su marido, con un golpe de suerte pasa de ser un simple mecánico de coches palestino a un actor de Hollywood, aunque él lo que anhela realmente es otra cosa mucho más sencilla; y por último la abuela, que tras perder la cabeza y tener diabetes, su único deseo es comer galletas dulces y apartar los muebles del salón para poder contemplar las baldosas del suelo. Mediante unos cuantos hechos desencadenantes que ocurren casi todos al mismo tiempo, la vida de cada miembro de esta familia israelo-palestina cambia casi por completo.

En este primer largometraje de Maha Haj todo sucede bajo un clima político algo tenso; no es un tema que se trate directa y abiertamente, no, pero está allí implícito. Encontramos momentos, muy escasos, donde se hace alusión a la situación política, hechos que pasan desapercibidos pero que si se les da una segunda lectura nos damos cuenta del conflicto entre Israel y Palestina. No estoy hablando de los famosos check-points y la presencia de agentes aduaneros, no, eso es demasiado evidente, estoy hablando de momentos como el siguiente. Hay una escena donde Samar y su marido están en una consulta ginecológica con motivo de una ecografía; George, nervioso y cual niño empieza a toquetearlo todo, se levanta y pasea por la consulta, admirando las fotografías que hay colgadas en la pared, se detiene en una donde sale el médico en un playa y le pregunta a este que dónde se sacó esa foto, y él le contesta que en el sur de España y George estupefacto le responde algo parecido a “¡Qué suerte, pudo conseguir un permiso para salir!». Esto que puede parecer una conversación más dentro del film se traduce en las limitaciones que sufre un pueblo controlado por otro. Hasta la propia directora dijo en una entrevista respondiendo a la pregunta ¿Querías hacer una película política? “Metafóricamente hablando, sí. No tengo un enfoque directo. Juego con el contexto. De dónde vengo es imposible escapar de la política. Es una dura realidad que es descaradamente visible que te encuentras en cada esquina y en cada puesto de control. “

Desplazándonos a la parte estrictamente técnica y estética, el film destaca por una fotografía cuidada y nada efectista. Las luces duras apenas aparecen y los colores son suaves y poco contrastados, lo que nos ofrece una experiencia visual agradable; y los más importante de todo, es que la fotografía va de la mano con la narrativa. La banda sonora es otro elemento interesante, bien seleccionada, combina sonidos autóctonos y latinos lo que hace que “Asuntos de familia” sea aún más interesante.

En definitiva, “Omor shakhsiya” (título del film en árabe, literalmente significa “Asuntos personales”) nos acerca a una forma de hacer cine diferente pero que ha bebido mucho del séptimo arte europeo, vemos personajes con fondo y tratados con el savoir faire del viejo continente. Se nos abre ante nosotros un país con mucho potencial cinematográfico y que es la ventana de dos culturas muy diferentes entre sí pero terriblemente unidas. Asistimos a un film que nos quiere ofrecer una visión diferente de ese lugar, alejarse un poco del estereotipo israelo- palestino y demostrar al resto del mundo que, allí no es sólo represión y una existencia protagonizada por falta de libertades, sino que cada uno puede vivir feliz, con sus sueños, su familia, sus problemas y sus limitaciones, los hay quienes se conforman con esto, y los hay quienes prefieren irse a otro sitio mejor.

«Tu sombra» del artista dominicano Anthony Ocaña

Tu sombra. Anthony Ocaña.

Después de mucho tiempo sin escribir en mi blog, vuelvo a las andadas y esta vez lo hago a lo grande. Hace casi dos años mi amigo Leandro Ventura me propuso participar como director de fotografía en un documental, originalmente se iba a llamar «Más allá de las olas y el sol del Caribe» y luego adoptó el título de «Más allá de las olas» a secas; esta obra consistía en una serie de entrevistas a personalidades (principalmente artistas) dominicanas residentes en España, contando su trayectoria profesional y personal, y naturalmente su añoranza por su tierra.

Dentro del panteón se encontraba el músico Anthony Ocaña, tuve el placer de grabarle junto con Gustavo Pérez (un gran profesional del sector) por las calles de Madrid. Fuimos como no, a la plaza de Santo Domingo, a la Calle Preciados, luego a la Plaza del Callao, entre otros sitios. El tema «Tu sombra» lo grabamos en Estudios Infinity, y fue toda una experiencia.

Técnicamente el material y la concepción fue muy sencilla, contábamos con dos DSLR Nikon y cuatro ópticas: dos viejas Nikkor de 50mm f/1,4, un 35mm f/1,4 (igual de antiguo que los anteriores y de la misma marca) y una Nikon 24-70 mm f/2,8; y a nivel de luz hemos usado la que había, aunque hemos contado con la ayuda de un reflector chino (bueno, bonito, barato) 5 en 1. Dos cámaras, un plano general sobre trípode y un primer plano/plano detalle que andaba libre y cámara en mano. Como puedes constatar el planteamiento es muy sencillo y el material accesible (quizás salvo por las lentes).

Foto del equipo "Tu sombra"

Aquí te dejo una foto del equipo, donde estamos de izquierda a derecha: Boni Cantó, jefe de producción; Anthony Ocaña; un servidor; Leandro Ventura, director del vídeo musical; Gustavo Pérez, el otro director de fotografía; y Pedro Baselga de Estudios Infinity. En la foto falta nuestro montador Rubén Pascual, que en ese momento del proyecto no estaba dentro.

Sin más dilación os dejo con el vídeo musical de «Tu sombra» del artista y amigo Anthony Ocaña, y dirigido por mi hermano Leandro Ventura. 🙂

Fotografías inolvidables. Babel de Alejandro González Iñarritu.

Babel, niños marroquíes. Saâd Jebbour

Antes de que Alejandro González Iñárritu presentara Babel (2006) a las salas del mundo, ya gozaba de una notable fama (sobretodo con grandes películas como lo son Amores Perros y 21 gramos), pero con este film ya se proclamó como un sólido director dotado de un lenguaje y universo propio que lo hacen uno de los iconos del cine del siglo XXI, título que supo defender en sus siguientes largometrajes. Las tres obras antes mencionadas se suelen conocer bajo la Trilogía de la muerte o Trilogía del dolor, y tienen en común el hecho de que cuentan historias cruzadas, donde la vida de sus distintos personajes coinciden en un accidente.

Esta trilogía presenta films muy diferentes y a la vez muy parecidos. Los temas tratados son oscuros, fugitivos, con mucha sangre, dolor y muerte por medio; vidas que se ven arruinadas en un instante, la soledad del ser humano ante el tremendo hecho de vivir. Todo esto forma parte de la paleta de Iñárritu, aunque a veces peca de monotemático. Otro punto en común es el lenguaje, tres o cuatro historias diferentes, con personajes diferentes, pero que a raíz de un hecho accidental y sangriento sus vidas se ven involucradas y comienza la carrera contra el miedo y las fauces de la sociedad. Las tres realizadas con el mismo y eficaz equipo (muy inteligente en ese sentido Iñárritu): con el talentoso Guillermo Arriaga a la pluma, la música (siempre el punto fuerte de los films del autor mexicano, siempre acompañando y dotando de consistencia a la narrativa) de Gustavo Santaolalla, y el gran Rodrigo Prieto en la cinematografía (personalmente, me pega más el estilo Prieto que el Lubezki en el cine de Iñárritu);  y todo esto le da el sello tan particular que posee esta trilogía.

Ahora nos centramos más en Babel, ¿por qué Babel? ¿por qué este título? ¿de que nos habla realmente la película? A juzgar por el título y por la materia de la película, el tema es la comunicación, o mejor dicho la incomprensión. Viendo el nombre del film y que tiene tramas que se desarrollan en Marruecos, México, Estados Unidos y Japón, me creo que se llame Babel, pero tras visionar el largometraje no me quedo convencido, me chirría, no entiendo el por qué del título; es cierto que hay escenas en las que los personajes no se llegan a entender debido a falta de idioma en común, pero si existe la comunicación aunque sea en su forma más básica. También puede ser que la intención de Iñárritu no era la de mostrar esta incomunicación, sino el simple hecho de un mosaico de culturas e idiomas diferentes, puede ser, pero en mi opinión el film se merece otro título.

 Una de las cosas que más me fascina de este film es su narrativa, la gran destreza de Iñárritu a la hora de manejar y hacer a su favor la temporalidad y la espacialidad fragmentada; como une y aleja los relatos a la vez, ahora está demostrado de que si pero a ojos de un espectador que viese esta película en las salas por primera vez, sería fácil que se preguntase ¿pero este hombre sabría contar una historia sencilla en orden cronológico? Es bonita la conjunción entre países tan diferentes los unos de los otros como lo son Marruecos, México y Japón, es un mezcla perfecta de elementos dispares que no chirrían en absoluto entre sí. El relato fluye como arena bajando por una duna gracias a la sutileza y maestría de los montadores y la música de Santaolalla. La historia avanza, retrocede, cambia de continente, pero la narrativa queda intacta, el mensaje llega y el espectador no se distrae; este manejo de los elementos del lenguaje cinematográfico ¿no es digno de una gran cineasta?

Chieko, Babel. Saâd Jebbour

Dejé un camino abierto atrás que me gustaría concluir y hacerlo bien. Después de ver Babel me estuve preguntando, ¿de qué va realmente la película? ¿de qué nos habla Iñárritu? ¿cuál es la tesis? Mi conclusión es que, en un mundo globalizado e hipercomunicado (y cada vez más gracias a las aplicaciones de mensajería instantánea, redes sociales, etc.) el ser humano no es capaz de entenderse del todo; esto lo vemos claramente cuando por ejemplo Richard (Brad Pitt) para a un conductor en mitad de la carretera para pedirle auxilio y este no le entiende, entre otros casos. En pocas palabras: la incomunicación en el mundo de la hipercomunicación.

Ahora centrémonos en aspectos más estéticos y directamente narrativos. Comienzo con la fotografía, soy un firme defensor de que el cine de Iñárritu es más cine cuando su cinematógrafo es Rodrigo Prieto, no es que Lubezki sea mal director de fotografía ni mucho menos (por algo se marcó un triplete con tres Oscars seguidos); sino que con Lubezki la imagen y la luz es sencillamente perfecta, parece más un espectáculo que un relato fílmico, sin embargo con Prieto la imagen se tiñe de un aspecto sucio, real, poético y totalmente acorde con la historia que se está narrando. El estilo documental y guerrillero de Prieto acompaña de manera maestra a las turbias y aceleradas historias de Iñárritu. No me imagino largometrajes como Amores Perros o Biutiful (una gran obra del cineasta mexicano, poco valorada, para mi una de sus mejores) con la perfección del estilo Lubezki. Vuelvo a insistir, nadie niega la grandeza del chivo, pero para este tipo de films la batuta la lleva Prieto.

Pitt & Blanchett, Babel. Saâd Jebbour

¿Y el montaje? ¿qué sería este film sin el montaje? Escenas y planos que se suceden con una precisión milimétrica, como si fuese un reloj suizo, haciendo que las agujas sigan su trayectoria formando parte del mismo sistema; y esto es Babel, tres historias que funcionan de forma paralela, sin que ninguna dañe a la otra y las tres formando parte de la misma película. Hay una pregunta que me repetí más de una vez y es: ¿qué hubiese sucedido si cada historia hubiese sido una película diferente contada de forma lineal? ¿funcionaría? Yo creo que sí, cada una de las tres posee un planteamiento, un nudo y un desenlace; es más, hasta el propio Iñárritu admitió que la producción fue como rodar tres películas diferentes. Hubiese funcionado, pero serían tres películas del montón (les salvaría el hecho del buen reparto artístico que poseen); pero juntas y montadas de la forma en la que están hechas cobran una magnitud titánica que las hace una de las grandes películas de comienzo de siglo. Mención especial a la música del argentino Gustavo Santaolalla, que acompaña a la historia con el ritmo que es debido, es una música atemporal y aespacial que encaja a la perfección con las diferentes culturas presentes en el film; cuando suena da igual que estemos en Marruecos o en México, parece un sonido de cualquier lugar del mundo, de cualquier dimensión temporal. Y no sobresale sólo en Babel, sino también en Biutiful o Amores perros por ejemplo.

Un aspecto que llama la atención es que vemos estrellas de la talla de Cate Blanchett, Brad Pitt o Gael García Bernal “maltratados” por unos personajes desafortunados (pero interpretados con grandeza), y otros actores menos conocidos como Rinko Kikuchi o Driss Roukhe (aunque este en Marruecos ya gozaba de una notable fama) sobresalen con maestría en sus papeles. Y ya para concluir, deciros que el film está plagado de momentos que parecen instantáneas fotográficas por su dureza y lo impactantes que son, se nos quedan grabadas en la memoria para siempre. Jamás olvidaremos el momento en que Amelia (Adriana Barraza) camina desesperadamente por el desierto con los dos niños, o cuando Chieko está sóla ante el silencio y las luces de la discoteca o cuando la familia marroquí veo como su hermano e hijo muere abatido bajo los tiros de la policía en mitad del polvo y el calor del árido desierto. Sin duda Iñárritu es el director de moda hoy en día, pero no fue un título caído del cielo, película tras película nos demuestra que posee un talento innato para grabar en los cerebros de todos los amantes del cine del mundo imágenes como si fueran fotografías, poesía, música para la eternidad. Y, ¿qué es el arte sino la capacidad de hacer perdurar la belleza hasta el fin de los tiempos?